viernes, 4 de diciembre de 2020

F154 - Praga (y VI): Llévame en una maleta (abril 2006)

 

Poco a poco recupero el resuello. La adrenalina va diluyéndose. Mis pasos aminoran el ritmo. De vez en cuando, giro el cuello sobre mi hombro, ningún malencarado me persigue cuchillo en mano, ningún loco de ojos desorbitados corre tras de mí blandiendo un hacha dentada, no hay un hambriento grupúsculo de zombis que siga el rastro que deja mi cerebro caliente. Nadie trata de atraparme. Nadie se percató de mi presencia. Nada sucedió. Empiezo a pensar que mi exceso de imaginación me jugó una mala pasada. ¿Y qué, si viste unas tiendas de campaña y un poco de basura? Lo más probable es que fuera un pequeño grupo de vagabundos que se juntaba para darse sendas protección y compañía. ¡Tanta novela de crímenes te va a fundir el cerebro! ¿Por qué no abrazas ya las enseñanzas de Paolo Coelho?

Los primeros bloques de edificios tienen un efecto calmante sobre mi persona. Descomunal Diacepam sobre cimientos. Torres altas, grises, anodinas. Feas de cojones. De nuevo, imágenes de Edimburgo y sus barrios periféricos visitan mi mente. Continúo caminando, mirada al frente, ya apaciguado. Sonrío ante mi inconsciencia disfrazada de aventura. Aunque cada paso hacia la civilización me convence más de que sufrí un ataque de paranoia. Probablemente, si me  hubiera acercado, aquella pobre gente me habría convidado a un trago de Don Simón en su versión checa. O quizás me hubiera apuñalado y arrojado mi cadáver al Moldava. Oh just stop it! Me recrimino en la lengua de Shakespeare.

Por fin, recorro algo similar a una calle habitada. Mas no se ve un alma. Comienza a atardecer. El desasosiego amenaza agazapado tras las cortinas. No quiero que anochezca. De noche mi GPS, defectuoso de fábrica, ríe a carcajadas como un enajenado mental. De noche, no es que todos los gatos sean pardos, sino que no distingo un minino de un chacal. He de apresurarme. Recurrir a la mejor brújula jamás inventada: el conocimiento local. Preguntando dicen que llegó un tipo a Roma, o algo así. Pero todo está desierto. Algún que otro coche aparcado. Un ladrido se oye lejano.

De repente, una aparición.

Surge de la nada. A escasos metros de distancia. No tengo ni idea de dónde ha salido. No se ve ningún portal cercano, ni siquiera un vehículo estacionado en su proximidad.

Me acerco despacio. Está de espaldas. No quiero sobresaltarla.

Parece una chica joven. Cabello rubio pajizo, largo y liso. Viste una trenca azul algo deslavada. Vaqueros, botas altas.

̶   Hello!  ̶  utilizo el saludo más internacional que conozco, sobre todo porque no tengo ni idea de cómo pronunciar Ahoj.

Lo hago desde una distancia prudencial, sin alzar demasiado la voz. Ella se gira con tranquilidad. Como si me hubiera visto por un virtual retrovisor.

Es un ángel, enviado del cielo para orientarme.

Sus ojos azules y grandes me observan curiosos. Una sonrisa los acompaña de paseo. ¡Madre mía, he topado con Candy, Candy! Sin embargo, al acercarme un poco más aprecio un brochazo de rebeldía tras su mirada. Un toque de picardía.

Definitivamente es un ángel enviado para guiarme, camino del albergue, o al infierno.

̶  Excuse me, do you speak English?

̶  Little  ̶  acompaña la breve respuesta con un gesto, mano derecha, pulgar e índice apenas separados dos centímetros.

Sonríe, de nuevo, y muero.

De acuerdo, toca clase de mímica pues. Le indico con la palma de la mano que espere un momento, como un guardia urbano deteniendo el tráfico pero con más cariño. Mientras, extraigo el manoseado plano que llevo en la minúscula mochila. Arrugado y a punto de romperse en pedazos por las dobleces. Lo extiendo un poco, mostrándole las diversas zonas turísticas de la ciudad, zona 1, 2,… 5.

Lo observa con curiosidad de colegiala aplicada. Indico con mi dedo, trazando círculos concéntricos, la parte del mapa donde debería encontrarme. Uso palabras sueltas. Las frases completas la confundirían más.

̶  We  ̶  tú y yo, señalo con el dedo nuestros cuerpos  ̶   here?

Levanta el rostro. Los ojos más grandes si cabe. Más hermosos que nunca.

̶  Oh, no!  ̶  exclama, alarmada.

Entonces, extiende por completo el maltrecho mapa. Tiene las manos pequeñas, desnudas. No parece tener frío. Manos blancas, huérfanas.

̶  We… here!

Lo dice sonriendo, pero tímida, como una muchacha cazada copiando en un examen. Señala un punto inexistente. Un punto que flota en el aire, a un palmo de distancia de la esquina superior de aquel papel ilustrado.

Entonces es ella, viendo mi cara de susto, quien utiliza su adorable mano para hacer el gesto universal de que mantenga la tranquilidad: palma hacia abajo, subiendo y bajando como un émbolo.

Su tierna sonrisa ilumina mis entrañas.

̶  Me help you  ̶  dice, risueña, mientras comienza a caminar. Ven, sígueme, indica con gestos.

Y me la quiero comer con patatas, que dicen en mi pueblo. Una canción de los Estopa acude a mi mente:

Y vivir siempre a tu vera

Y si tienes que marcharte

Llévame en una maleta

Yo prometo no pesarte

Tú procura no perderla

 

Vente conmigo en la maleta. Pienso, absurdo, mientras ella ladea su rostro, contemplando la cara de lelo que llevo pintada.

Caminamos en silencio, lo rompemos con pequeñas palabras, intercaladas por suaves monosílabos, cruce de miradas entre paréntesis, tímidos puntos suspensivos.

Su imagen acude a mí, etérea, mientras contemplo el manto de nubes que atravesamos, ingrávidos, a bordo del avión de regreso. Cierro mis ojos cansados, todavía febriles. El ruido de los motores llega amortiguado, como si aquellos gigantescos algodones ejercieran de mordaza. Una moderna nana mece mi butaca.

 

Y tus ojos me miraron
Y tus palabras me hablaron
Pero me pongo tan malo
Casi como un bicho raro
Que no, que no
Por eso piensa que soy un sueño

 

 

10 comentarios:

  1. "Ojos como Candy Candy..", cuánto tiempo!, buena guía te buscaste pues para salir de aquel agujero.

    No conocía la canción de Estopa, y los últimos versos son de ellos también?

    Al final del viaje volviste entero y todo..

    Saludos!
    Eva

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  2. Hola Eva,

    Yo ya era "mayor" con Candy,Candy pero lo recuerdo.
    Hubo buen regreso, sí.

    Sí, son estrofas de la misma canción (incompletas).

    Gracias por leer y comentar.

    Un saludo

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  3. Describes tan bien las escenas, los gestos, los detalles, ¡todo!... que es imposible no sentir como si estuviera allí mismo observando escondida tras cualquier esquina.

    Besos.

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  4. Gracias, maja. Siempre gusta una caricia sobre el lomo. Ronroneo con tus palabras.

    Trato de reflejarlo sobre "el papel". A veces sale mejor que otras. Supongo que depende de la carga emocional o la intensidad del recuerdo o el nivel de imaginación en lo inventado.

    Un placer tus comentarios.

    Un beso

    (Las malas lenguas dirán que te tengo contratada jaja).

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  5. En Europa del Este hay momentos donde uno recobra la fe en la humanidad: el momento en el que algo tan trivial cómo orientarte se convierte en la llegada, por la puerta grande, al Valhalla.

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  6. Hola Paquito, no sé si la República Checa puede considerarse Europa del Este o simplemente centroeuropa, pero sus gentes me resultaron amables y hospitalarias. Y no conozco ningún país más al Este.
    Siempre se agradece que alguien te oriente estés donde estés.

    Gracias por comentar.

    Un saludo

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  7. Pensaba que al girarse la chica iba a descubrirse un monstruo un tío disfrazado con un cuchillo, dada la tensión y dinámica del viaje, jeje.

    Pero me gusta que te resultase como un ángel enviado para guiarte y se te apareciese de repente, dando un pequeño giro. Seguimos pendientes de la aventura. Me ha gustado tu relato.

    Un beso y feliz semana,

    viki

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  8. Hola viki,

    Ya. Jeje lo de la tensión fue a propósito.
    Es un Ángel, por su bella apariencia, su dulzura, su ayuda.
    Gracias. Me alegra que te gustara.
    Cuídate con esos fríos.

    Un beso

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  9. Yo por un momento pense que la chica rubia en un arranque de sinceridad,iba a confesarte,que en realidad era un emigrante español,que trabajaba de mecanico en ferrocarriles y que se llamaba Manolo.

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    Respuestas
    1. jajaja Comodus, qué bruto.

      Gracias por comentar.

      Un saludo

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