domingo, 21 de marzo de 2021

F165 - Un monstruo acecha en la penumbra (sep. 2006)

 

Nadie me lo advirtió. Nadie se acercó con sigilo para susurrarme al oído la más mínima amenaza, ni siquiera un aviso. Juraría que tras leer la descripción de tareas, al rellenar la pertinaz solicitud de trabajo, no constaba ningún plus de peligrosidad. Tonto de mí. Toda la vida fui un ingenuo. ¿Quién diría que ejerciendo de vulgar reponedor mi vida estuviera en juego?

Todo comenzó con miradas torvas, gruñidos animales, palabras ininteligibles y toscas maneras.

Todo se engendró en el lugar más oscuro y peligroso de aquel enorme hipermercado: un rincón apartado donde se situaban los machacadores de plástico y cartón. Dos enormes bocas gigantescas,  de mandíbulas metálicas con restos de un sarro herrumbroso, goteantes de jugos y almíbares putrefactos.

Como parte de nuestro trabajo, debíamos acumular grandes cantidades de material reciclable, sobre todo cartón, plástico, y algo de papel; y restos orgánicos que apartábamos en otro contenedor (fruta pasada de fecha que era aprovechada como alimento en granjas locales). Cada dos por tres, acudíamos con una carretilla manual, o una jaula, repletas de dichos residuos.

Aquel cuarto cerrado impresionaba. En la penumbra de su interior volvía a ser un crío de ocho años, asustado, retornando a casa por aquel camino, de tierra, charcos y piedras, mal alumbrado; balón de reglamento bajo el brazo, puños prietos y la férrea voluntad de no echar a correr, ni mirar atrás. “No corras. No seas cagueta”. El mantra se repetía en mi mente de chiquillo asustadizo con vocación de valiente. Sin embargo, aquí de pie, con pelo en pecho y vistiendo el uniforme del supermercado, caes en la cuenta de que los mantras son un invento inútil, unas frases estúpidas paridas por un sobrevalorado creador publicitario, destinadas a decorar mugs para café. Con asombrosa frialdad, comprendes que el monstruo puede acabar con tu vida en cuestión de segundos. Maldices tus pensamientos de cenizo y tratas de no invocar su presencia.

Por fortuna, en esta ocasión me hallo solo, a mi vera una enorme pila de cajas aplanadas, en precario equilibrio sobre la transpaleta. Me lo tomo con calma, la jornada se antoja larga como un partido entre dos equipos de mitad de la tabla escocesa: Patadón pa´rriba, patadón pa´bajo, que ni el mismísimo Clemente, oiga.

Huele a cartón y a fruta podrida. Algún listillo ha tirado una caja sin vaciarla del todo. Presiono el botón de triturar, ya no cabe ni un mísero tetrabrik de zumo para niños. Aún debo arrojar la mitad de la torre de cartón. Las tripas de la bestia de acero rugen agradecidas, mas jamás satisfechas.

Un gruñido tras de mí.

Los pelos de mi nuca se erizan. Madre mía, ¿será un oso perdido, un jabalí hambriento, un zorrito juguetón? Trato de templar los nervios. No hay osos en Edimburgo, ni jabalíes. Me digo, infundiéndome valor. Sin embargo los zorros suelen acudir al olor de la basura; alguno ya vi por mi barrio periférico.

O quizás pueda ser peor todavía. Podría ser él, mi monstruo.

Me giro despacio. “No corras. No seas cagueta. Dice la vocecita socarrona. Vaya, y yo que creí haber enterrado el obsoleto mantra de Todo a Un Euro.

Sus ojos brillan en la oscuridad, reflejan la luz de la luna. Extraño, estamos en el interior de la nave.

Sus dientes amarillentos y puntiagudos asoman entre labios retraídos. Un hilo de saliva resbala por su hocico, perdón, su barbilla.

Es él. Mi futuro asesino. El monstruo. Un nuevo encuentro, idénticas maneras. (SSDD: Same Shit, Different Day,  que dirían los buenos muchachos de King).

̶  Grrrrrr.

Gruñe de nuevo. Dice algo en un escocés hermético. Apuesto mi salario semanal a que no encontraría el significado en ningún diccionario al uso. Sin embargo, basta con interpretar el contexto. Bendito contexto, cuántas veces nos saca de apuros psico-lingüísticos. Traduzco para mis adentros:

̶  ¡Vamos. Acaba ya de una puta vez!

Supongo que habla un dialecto indígena, como si se tratara de un siux escocés. El vocablo solitario, disfrazado de bufido, esconde toda una frase, o dos. Tal vez pertenezca a un clan de las Highlands, mas en lugar de vestir kilt éste debería utilizar taparrabos.

Contemplo su ceja poblada y única. Los pómulos salientes. Su aspecto simiesco. Las manos enormes y coloradas, como si viniera de dar bofetones a una vaca peluda. Quedo embobado. Voy a morir. Ya está. La palmaré aquí, a manos del eslabón perdido.

Un gesto familiar me saca del ensimismamiento. Gira el cuello de toro hacia arriba. Mira el techo y masculla. Jura por lo bajini, como los pelotaris de mi pueblo cuando su pelotazo golpea la chapa. Pero el mostrenco lo hace con menos adorno, escasa gracia y nula imaginación.

Acabo la tarea a toda prisa. No es cuestión de sacrificar mi joven vida por un sueldo mediocre.

Con el tiempo llegué a conocer a la persona oculta tras el personaje. De vista y de oídas.  Incluso intercambié palabras, gruñidos y chascarrillos con él. Tan sólo es un mocetón huraño, serio, con niveles altos de bravuconería. Supongo que utiliza la agresividad pasiva como escudo protector. Necesita amedrentar porque siente miedo. Es un crío atrapado en un corpachón. Has de hablarle despacio, con gestos lentos, sonriendo, sin retar sus ojos asilvestrados. Tal y como te acercarías a un lobo ibérico.

Aunque todo eso lo aprendí más adelante. Aquella noche la cosa pintaba fatal.

Antes de salir yo del recinto, dijo algo que tampoco alcancé a comprender. Me detuve, y mirándole a los ojos  ̶  no corras, no seas cagueta  ̶  le pregunté a qué se refería. El tipo señaló el suelo, sucio y pegajoso, indicando un pequeño envoltorio de plástico que debió caerse de mi carga. O quizás no. Tal vez ya estaba allí abandonado.

Miré aquel despojo transparente. Posé mis ojos sobre los suyos. Y solté lo que tenía agarrado a las tripas, sin filtrarlo a través del cerebro.

̶  Yo ya terminé. ¿No tenías tanta prisa, tú?

Acompañé mis palabras con un gesto distraído, alzando un hombro.

Sus ojos grisáceos se juntaron formando uno solo, enorme bajo la única ceja, clavado en mí cual broca vibratoria, taladrándome. Un cíclope Black & Decker.

Sus labios, apenas separados, dejaban ver los dientes manchados y espumosos.

̶  F**k off!!  ̶  el exabrupto brotó de su interior, húmedo, espeso como el vómito falso en una película mala. No fue un juramento cualquiera, como los habituales. Fue un tiro a la diana, apuntando, fijando el objetivo a través de una mira telescópica.

Ya está. Estoy muerto. Como diría el amigo Reverte, me pican el billete. Puedo leer los titulares en The Scottish Sun: “El cuerpo de un joven español aparece destrozado en el interior de una trituradora de cartón”.

No corras. No seas cagueta.

Aguanto su mirada. Trato de que no huela el miedo. Todavía temblando por dentro, giro sobre mis talones rumbo a la salida. Sin embargo, el último vistazo esboza una sonrisa en mi rostro.

El tipo, agachado, recoge el pedazo de plástico.

̶  Gotcha, motherf***er!  ̶  digo, por lo bajini, como los pelotaris de mi pueblo.

16 comentarios:

  1. Por un momento pensaba en una especie de 'Cujo escocés'..

    En esos momentos complicados donde ya lees tu esquela.. tiras de farol aunque te vayas por la pata abajo. Cuestión de supervivencia :D

    A seguir cuidándose¡
    Eva

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  2. Hola Eva,
    No era Cujo, no. Jaja.

    Con los años aprendes que a veces basta con plantarle cara al otro, otras veces no...

    Gracias, cuídate tú también.

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  3. Joder Jorge, qué miedo he pasado.
    Qué quieres que te diga, yo hubiera cambiado el «No corras. No seas cagueta» por algo del tipo «tonto el último».

    Besos.

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  4. Hola "Devo",
    Jaja ya te digo. Fue lo primero que me dictó el instinto. Pero a veces has de dar un puñetazo en la mesa.
    Gracias por comentar.
    Un saludo.

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  5. Y todo por un trozo de plástico en el suelo en un cuarto de basuras... cualquiera sabe cómo se pondría si lo pisas o rozas sin querer.

    Me alegro del puñetazo en la mesa, total, al final la probabilidad es 50-50 te enfrentes o no. Y con mejor sensación por seguir tu instinto. No era el día que te picaban el billete (qué bueno).

    Cheers! viki

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  6. Hola viki.
    Había tenido un par de encuentros poco agradables en dicha zona. Y un día me dije que ya basta de borderías.
    Obviamente todo está exagerado. Si no, no sería una Fargadita. 🙂
    Lo de "picar billete" es de Pérez-Reverte (al menos yo se lo he leído a él).

    Un saludo y gracias.

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  7. Le plantaste cara y afortunadamente,la cosa salio bien.

    Este tipo de situaciones,si ocurren fuera de tu pais y sin dominar el idioma al 100%, se reacciona menos bravamente que si te ocurre en tu propio pais.

    Es como cuando un equipo de futbol juega fuera de casa,no juega de la misma forma sino mas timidamente.

    Aun recuerdo la entrada que pusistes hace un tiempo,sobre el individuo aquel que se meo en el autobus estando tu y el solos en la parte de arriba. Estoy seguro que si esa misma situacion te pasa en España,hubieses reaccionado de otra manera muy distinta.

    Saludos!

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  8. Hola Comodus,
    Gracias por tu comentario y por tu fidelidad (jaja acordarte de lo del yonki tiene mérito).

    Totalmente de acuerdo. El idioma es una barrera más. Además al principio no conoces las reglas, las pintas, los barrios chungos, los colores futboleros, etc.
    Lo mejor es evitar ciertas situaciones, ambientes, zonas, personas...pero a veces no se puede.
    Yo eso lo voy aprendiendo poco a poco. Si en el curro te matonean, chilena, como quieras llamarlo, aguantas una vez pero a la siguiente estalla. O ni una vez, depende. Hay gente cobarde que se crece con el callado, el formal, el pacifico...y eso se lo tienes que parar desde el principio.

    Perdona por el rollo jaja.

    Cuídate, un abrazo.

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  9. Jajaja yo me imaginaba un lobo estepario por lo menos...

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    1. Hola Andrómeda,

      O un hombre lobo, jaja.

      Cuídate

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    2. Gracias... cada vez me lo ponen más difícil. Pero no voy a dejar que me ganen :D
      Abrazo, Don Jorge.

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    3. Vaya, ya me contarás por privado si quieres. Todo está muy complicado. Ánimo. Un abrazo.

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  10. Perdona pero es que estoy probando con una cuenta nueva.

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