Un viejo sofá descolorido. Una siesta temprana, intranquila,
febril. Un despertar repentino y abotargado. Un sonido familiar, la chapita de
una botella al ser abierta. Un mensaje de whatsapp.
Una mala noticia. Esperada, temida, casi olvidada.
Cuatro largos años. Cuatro incansables asaltos. No suena,
esta vez, la campana salvadora. Sí se escucha la monótona y fría cuenta hasta
diez. Silencio. Una flor roja sobre la lona.
Me consta que, de vez en cuando, te asomabas a este humilde
rincón de palabras. Leías, con esos ojos inteligentes, mis ingenuas y sencillas
batallas. Esbozabas una sonrisa. Susurrabas. Me alentabas.
Espero, y deseo, que al otro lado dispongan de un buen flexo,
un ordenador fiable, de un obsoleto modem, o incluso inalámbrico wifi, y continúes visitando ésta tu
casa, tu refugio, tu parada, poses tu lúcida mirada sobre estas torpes líneas y
sigas sonriendo. Susurrando. Alentándome.
Adiós Ulyses, amigo. Adiós.
Lo siento mucho.
ResponderEliminarGracias y bienvenida.
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