martes, 30 de octubre de 2012

F10 - Alcohol, entrevistas y corazones. (Febrero 2002)


Siempre cuento a los amigos, y a quien quiera escucharme, que tuve mucha suerte al principio. Suerte o, tal vez, mi actitud y mis ganas de agradar hicieron el milagro. Recuerdo caminar por las mágicas calles de esta ciudad encantada. Sonriendo, mirando a un lado y a otro. Contemplando esos edificios con más de un siglo de antigüedad. Flotando, más que andando. Viviendo en un sueño. Viviendo en la nube de la satisfacción. Estaba en Edimburgo (Escocia) y  estaba disfrutándolo.

Tuve la suerte de encontrar trabajo a los 2 días. Lo que no sabía yo, es que aquel trabajo incluiría un ángel de la guarda también. Un ángel – más bien diablillo – que se convirtió en mi mejor amigo. En mi hermano mayor escocés. Y que lo sigue siendo, tras casi 11 años. Pero no adelantemos acontecimientos.

Aterricé un miércoles 20 de febrero. El jueves 21 Fonsi me llevó  – de la manita – al Jobcentre. Me enseñó cómo funcionaban las máquinas – gigantescos ordenadores a los que accedes de pie -. Imprimí varias papeletas con diversas ofertas de trabajo. En aquellos años, existía la figura de un señor − adviser− que te ayudaba con tu elección. Actualmente eres tú, la máquina y el teléfono. El tipo llamó a la empresa en mi lugar. Me dijo que la vacante seguía vacía. Kitchen Porter (friegaplatos). Me pasó el auricular, para concretar datos. Viernes, 22 de Febrero. Mi primera interview de trabajo. Sí, en Escocia, hasta para fregar platos debes de pasar una entrevista.

La interview. Recuerdo sonreírme los primeros días al pronunciar esta palabra. No podía evitar pensar en portadas con rubias tetonas. Llegué con tiempo de antelación. Algo nervioso. Habitual en mí. Según contemplé la fachada del edificio, pensé: “quiero trabajar aquí”. En el Jobcentre me dijeron el nombre de la empresa, pero no me dijeron que era un gimnasio. Mejor dicho, un centro de salud y forma física (como los llaman aquí). Era muy moderno, todo cristaleras e interiores de madera barnizada. Entrabas en la recepción y parecía un hotel de lujo. Dos bonitas recepcionistas atendiendo al personal. De uniforme. Con maquillaje discreto. “Igualito al Katana, Jorge, igualito”, pensé. El Katana es el gimnasio de mi barrio.

Una de las recepcionistas me indicó un bar, donde debía preguntar. Luego aprendí que no era un bar, era una brasserie, que no es lo mismo. Pedí un café para matar el tiempo. Era demasiado pronto. El camarero – altísimo, fuerte – era Paul. Un sudafricano con el que tantas y tantas copas y risas compartí. Pero me estoy adelantando. Es que me hace gracia recordar aquel primer café. Paul me sonrió y atendió muy amable. Curioso de mi extraño acento, supongo. Le dije que venía a una entrevista. Y él se metió a la cocina. A los pocos minutos volvió acompañado por otro chico. Era algo mayor que Paul. Yo le calculé mi edad aproximadamente (claro que yo aparentaba 8 o 10 años menos). El tipo era bajito, todo sonrisas (de esas que exponen mucho los dientes), pelo rapado y el rostro lleno de pecas. Tenía los ojos muy vivos, brillantes. Una cara de muchacho pillastre. Sin quitarse la sonrisa ni un segundo, extendió la mano, “Hola, me llamo Juan. Me gusta mucho España”. Lo dijo así. En un español de guiri. Incluso pronunció bien la jota. Me quedé pasmado. Así era John.

Nos sentamos en una mesa apartada. John abrió una carpeta. Extrajo unos papeles. Y comenzó la entrevista. Primero hablamos de España. Él había trabajado en Málaga, en un restaurante, durante más de un año. Amaba todo lo relacionado con nuestro país. Luego le dije “Necesito un trabajo. Mi inglés es malo. Pero trabajo duro”. Me miró fijamente. Me sonrió. “Your English is ‘cojonudo’ ”, de nuevo marcando bien la jota. Hablábamos en inglés. John intercalaba alguna palabra suelta en español. Nos caimos mutuamente bien, al instante. Fue como un flechazo de amistad. Me decía cosas como “A mí me has gustado. Tú vas a trabajar aquí. No te preocupes”. Eso me dejó alegre y desconcertado. Así, todo mezclado. Pues no sabía si había pasado la entrevista, o no. Quedamos que me llamarían al día siguiente. Sábado.

Llegué muy contento al piso de Fonsi y Fabes. Les conté todo a toda prisa. Casi sin respirar. Se alegraron mucho por mí.

No llamaron. 

Ni un mensaje en el contestador. Nada. Fonsi me dijo que regresase. Que aquí había que dar guerra. Tú insiste. Así que el domingo regresé al Gym. No estaba Paul tras la barra. En su lugar había una preciosidad escocesa. De unos 18 años. Bajita, ojos azules, enormes, que decían cómeme. Y una delantera abundante, llena,  pesada, que se reía a la cara de Newton y de su manzanita. Luego supe que se llamaba Kelly. Me enamoré en aquel mismo instante de ella. Pregunté por John. No estaba. Día off. Salió otro tipo. Parecía mucho más serio que John. Me dijo que se llamaba Mark y que qué era eso de la entrevista. No sabía nada. Era el encargado y no sabía nada. Empecé a ponerme nervioso. Le conté que había acudido a una entrevista, el pasado viernes. Puso cara de sorpresa. Lo recuerdo con esos ojos saltones. “¿Quién te entrevistó? Yo soy el supervisor aquí”. Lo dijo muy serio, casi molesto. “Un tal John”. “¿John?, ¿wee John, the Chef? (wee significa pequeño en escocés). “Yes”. Se queda pensativo. Como calculando días, horas. Qué se yo. Y me suelta al final: “John el viernes estaba borracho. Vamos, que te hago yo la entrevista”.

E hize una segunda entrevista… para fregar platos. El trabajo debía de ser un tema serio aquí en Escocia. Mark resultó ser menos fiero de lo que parecía. Incluso a día de hoy, ignoro si todo fue una broma. Sólo recuerdo su última frase: “Empiezas mañana lunes”.

3 comentarios:

  1. Tus historias me recuerdan un poco a las de Irvine Welsh. Quizás, sea solo por el escenario.

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  2. O_O joder y no te quedaste blanco cuando te dijo que que entrevista??? madre mia... :S

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  3. Yo traduje "Glue" al español con otros 20 pirados más. La verdad es que al leer las fargaditas me ha venido a la mente. Sobre todo, los diálogos y esas situaciones casi surrealistas ...

    Hablando de tacos, todavía recuerdo cómo discutíamos la diferencia entre: puta; zorra; y puta zorra.

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